Vino congelado: qué pasa realmente y cómo salvarlo
Puede que a ti también te haya pasado: dejas la botella en el congelador “un ratito” para enfriarla rápido… y al cabo de unas horas te das cuenta de que el vino está completamente congelado.
A mí me ha ocurrido más de una vez, generalmente por olvido, y sé que la primera pregunta que se viene a la cabeza es: ¿se arruina o se estropea el vino si se congela?
La respuesta corta: depende. Congelar un vino puede afectar su sabor, sus aromas y su textura, pero el daño varía según el tipo de vino, el tiempo que estuvo congelado y cómo lo tratemos después.
¿Qué le pasa al vino cuando se congela?
El vino no es solo agua y alcohol: contiene compuestos que reaccionan al congelarse: taninos, ácidos, azúcares, aromas…
El agua se expande al congelarse, lo que puede empujar el corcho o incluso romper la botella. Esto genera riesgos físicos y permite la entrada de oxígeno, afectando la frescura.
He visto cómo un espumoso blanco perdía sus aromas por el cambio brusco de temperatura. También, cómo un Chardonnay pasaba de ser sedoso a plano.
¿Se puede beber un vino congelado?
Buena noticia: congelar un vino no siempre significa perderlo.
En vinos jóvenes y sencillos, la pérdida es mínima. En vinos complejos, se notan más los defectos. Si tras descongelar mantiene cuerpo, acidez y aroma, ¡adelante!
¿Cuánto tiempo puede estar en el congelador?
No más de 30–60 minutos si solo lo quieres enfriar. Un descuido puede dejarlo horas. Cuanto más tiempo pase, más hielo se forma y más se daña el perfil del vino.
Qué hacer si tu vino se ha congelado
- Descongela lento: En el frigorífico a 4–6 °C. Nunca uses microondas o agua caliente.
- Mantén el corcho cerrado: No lo agites. Si está ligeramente salido, presiónalo con cuidado.
- Consúmelo pronto: En pocos días para evitar oxidaciones.
- Sírvelo bien: Blancos: 8–10 °C, tintos jóvenes: 14–16 °C, espumosos: 6–8 °C.
- Reutilízalo si está dañado: En cocina, guisos, reducciones o cócteles como sangría.
TIP: Si está apagado pero bebible, oxigénalo en copa grande y sírvelo un poco más caliente para despertar aromas.
¿Cómo saber si sigue siendo bueno?
- Vista: Botella fisurada o corcho salido, incluso con lacrado, es mala señal. Color marrón en blancos o teja excesivo en tintos = oxidación.
- Nariz: Si huele a vinagre, disolvente o cartón mojado: adiós. Si hay fruta, especias o flores: aún vale.
- Boca: Debe haber equilibrio. Si es plano o amargo, no merece la pena.
- Regla práctica: Si pasa 3 de 4 pruebas (vista, nariz, boca, corcho), se bebe. Si no, se cocina.
No todo está perdido
Congelar el vino no es el fin del mundo, pero sí puede deteriorarlo. Si ocurre una vez, puedes salvarlo. Si ocurre a menudo o con vinos especiales, estás perdiendo lo mejor.
Descongela con paciencia, evalúa con criterio y decide: ¿copa… o cazuela?